Cada 26 de septiembre se conmemora el Día Mundial de la Prevención del Embarazo en Adolescentes, con el objetivo de generar conciencia, promover políticas públicas y ofrecer herramientas para que niñas y jóvenes ejerzan una sexualidad informada y saludable. En México, este día también está vinculado al impulso de estrategias nacionales como la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes (ENAPEA).
A continuación, una radiografía actualizada con cifras y desafíos concretos en México y, más específicamente, en el estado de San Luis Potosí.
El panorama nacional: cifras alarmantes que persisten
En 2024, más de 56,600 niñas de 16 años o menos dieron a luz en México, incluyendo 1,652 menores de entre 10 y 13 años, lo que equivaldría a que uno de cada 25 nacimientos fue de una madre niña.
A escala histórica, México registra un número elevado de nacimientos en adolescentes de 15 a 19 años: por ejemplo, en años recientes, se han documentado más de 147,000 nacimientos en este rango de edad sólo en un año, lo que equivale a una tasa aproximada de 26.3 nacimientos por cada mil adolescentes.
A nivel de conocimiento de métodos anticonceptivos, se estima que cerca del 97 % de las adolescentes conocen al menos uno de estos métodos; sin embargo, el uso efectivo sigue siendo desigual entre entidades federativas.
Estas cifras revelan que, pese a los esfuerzos institucionales, el embarazo en adolescentes continúa siendo un reto persistente en México, con graves repercusiones para la salud, la educación y el desarrollo social de las jóvenes.
San Luis Potosí: avances visibles, pero retos persistentes
Una mejoría destacada
En San Luis Potosí, el Gobierno estatal reportó una disminución del 37 % en los nacimientos de madres menores de 19 años, lo que equivale a miles de casos menos comparado con la administración anterior.
La Tasa Específica de Fecundidad Adolescente (TEFA) pasó de 61.99 en el periodo 2021 a 55.63 nacimientos por cada mil adolescentes de 15 a 19 años, una reducción del 10.3 %.
En el caso de niñas muy jóvenes (menores de 14 años), la entidad también reporta avances: en la última década los nacimientos en este grupo se han reducido en 39 %. Gracias a estos resultados, San Luis Potosí se posiciona entre las cinco entidades del país con mayor reducción en fecundidad adolescente.
Aun con estos avances, alrededor del 20 % de los embarazos registrados en el estado corresponden a adolescentes, es decir, uno de cada cinco embarazos.
Las autoridades de salud reconocen que aunque no se ha observado un aumento atípico en los casos de embarazos en adolescentes en 2025, la problemática sigue siendo permanente y requiere atención continua.
En San Luis Potosí también opera el Grupo Estatal para la Prevención del Embarazo en Adolescentes (GEPEA), una instancia interinstitucional con más de 20 organismos públicos y de la sociedad civil que coordina estrategias centradas en salud, educación, derechos reproductivos y prevención de violencia.
Factores que inciden en el embarazo adolescente
-Desigualdad social y pobreza: zonas rurales, marginadas o con bajos recursos tienen menor acceso a educación, salud y servicios reproductivos.
-Bajo uso de métodos anticonceptivos: aunque el conocimiento es alto, la práctica efectiva es menor en ciertas regiones del país.
-Falta de educación integral en sexualidad: programas escolares y comunitarios insuficientes para abordar actitudes, mitos y responsabilidades.
-Violencia sexual y coerción: algunas adolescentes se embarazan como consecuencia directa de abusos o relaciones de poder asimétricas.
-Interrupción del sistema educativo: el embarazo muchas veces interrumpe el acceso a la escuela o al estudio, perpetuando ciclo de desigualdades.
Este 26 de septiembre, el Día Mundial de la Prevención del Embarazo en Adolescentes sirve como recordatorio de que el embarazo prematuro no es un problema inevitable: es un desafío que puede ser mitigado con políticas bien orientadas, educación, acceso a salud y compromiso social. En México y en San Luis Potosí, los avances son alentadores, pero la lucha continúa. La meta es clara: garantizar que ninguna niña o adolescente deje de soñar por aparecer en una estadística.