13 septiembre, 2024

Crónica de un sueño centroamericano… Adiós Nicolás que tengas buen camino

San Luis Potosí, SLP.- Enfermedades, agotamiento y desvelos mueven a un cúmulo de centroamericanos con un mismo sentir, una mejor calidad de vida. Niños, mujeres que guardan en su vientre al próximo heredero que nacerá en la Unión Americana e incluso, adultos de la tercera edad recorren con pies ampollados las áridas carreteras que durante más de 15 días les deparó el territorio mexicano.

Nicolás, un pequeño hondureño de tan solo 14 años de edad anhela llegar al otro lado para encontrarse con su madre, una Salvadoreña que se adelantó hace un año sin saber si aún vive o si la llegará a encontrar, “sólo quiero ver a mi mamá y mi papá me va a llevar a ella”, platicó con una sonrisa que pareciera no se le borra ante su inocencia de desconocer todas las inclemencias que les espera.

En esta travesía que los migrantes emprendieron y que ahora despertaron en una sábana con cobijas que el DIF potosino les tenía resguardadas en su bodega, hoy despiertan con energías renovadas para continuar un sueño, un anhelo y una esperanza en común. Vivir mejor.

Las cifras que la Cruz Roja registró son cerca de 440 atenciones médicas, entre ellas tres traslados a hospital para su atención inmediata, sin detallar cuál es su mal, 4 embarazadas fueron revisados por los practicantes de la escuela de la Cruz Roja que a decir de ellos, tuvieron una noche difícil, pero no más difícil que el recorrido de un migrante y al final, nada de eso importa, lo importante es poder caminar y llegar.

Unos duermen en la Fenapo, otros en la calle y unos cuantos más acuden a la Casa del Migrante que se ubica cerca de la estación del ferrocarril, porque “es más seguro y ya conocen ahí”, “las atenciones son mejores y tenemos alguien que nos habla de nuestro Padre Dios”, afirmaron con ojos aterrados y con las espaldas cansadas de cargar sus pertenencias a lo largo de México.

Mientras el policía se carcajea y dice “un rato más que cuidar a estos mugrosos”, ellos agradecieron el bolillo con café que les ofrecieron rozando las cinco de la mañana para partir a Matehuala, el último filtro potosino antes de dejarlos ir, antes de, como dicen las autoridades, “llibrarnos de la responsabilidad”.

Así se van más de mil quinientas esperanzas de un sueño americano que hoy por hoy, son lo que más necesitan cruzar un muro que no les será fácil, ya que las estadísticas marcan que sólo un bajo índice de los indocumentados logran llegar.